sábado, 24 de mayo de 2014

Bajo la almohada, un verso.

La calle de siempre, el número uno. Club de cabaret, hora de calle desierta, gente indecente. Al entrar en la sala, el humo lo envuelve todo. Gente disfrazada de vividores, marineros que a este puerto, como a otros muchos, van buscando el calor que dan los amores. 
Suena un primer nombre, y alguien sube al escenario. Lentejuelas, plumas de cabaret, un alma rota. Irónico que sólo se reina por la noche y fantasma de día. Canta. Le piden un tango más, es una noche larga. Una voz emocionante, con 'duende'. 

En un sucio camerino, se desmaquilla. Luces de bombilla opaca, iluminando algún retrato de amores no correspondidos. Luces de neón.
Voz ronca, áspera, pero cálida. Voz con pena. 
'La gente aplaude, y aunque te estés muriendo, no conocen tu dolor.
Les dolió su dolor, les faltó el aire. 

Porque a ti la vida te aprieta y a mí por poco me ahoga.