martes, 10 de mayo de 2016

Querer-me.

Vuelta a casa en bus, 
en el reverso de un billete de avión
caducado.


Cierras tras de ti.
Sueltas el maletín,
te despojas del peso
en tus hombros.

Te desabrochas y desprendes
del abrigo y de la pesadez
de este lluvioso día,
de un recuerdo de fin de semana
y de un amor fugaz.

Ya no va a volver,
da vueltas en tu cabeza.

¿Es lo que quieres
lo que necesitas?
¿O es lo que necesitas
lo que quieres?
¿Qué quieres ahora?

Detrás de tus ojos azules,
un mar de dudas.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Silentario.

Safo besa tiernamente,
su pecho desnudo es suave.
Pero su corazón está hecho de diamante,
el amor está pintado sobre sus labios.
Un hombre que ha probado los besos de Safo
sufre la sed de Tántalo.

domingo, 24 de abril de 2016

El amor de mi vida.

El amor de mi vida
duerme en la cama más cercana a la pared.
Respira tranquila,
nadie la molesta.

Sumida en su sueño de rosa y cristal,
dibuja mariposas en el aire,
castillos de arena,
unicornios de hielo. 

En sueños, todavía me habla.
Dice que le falto incluso cuando está
tan profundamente dormida.
Yo la miro, aún estando lejos.

El amor de mi vida
se pregunta por qué he tenido que ser yo,
por qué compartimos el rojo de la sangre
que corre por nuestras venas.

Y yo, pensando en ella
al otro lado del mar,
entiendo por fin por qué no queremos
a otra persona en la cama de al lado.



viernes, 25 de marzo de 2016

El sueño.

Un cabello rubio en tu pecho,
y el negro azabache, entre mis dedos.
El cráneo en la rodilla
y las horas de sueño que te debo.

Los susurros, los abrazos,
las preguntas que pululan por el aire.
El humo que sale de tu boca
y el olor a dulce y cuero.

Los ojos hambrientos en busca de
una mente hecha a medida.
Las manos cálidas que aprovechan el menor descuido
para rozar el tacto frío. El silencio que grita.

Nos miramos. Es nuestro momento de retiro.
La desconexión del mundo que nos devora.
Tú y yo, perdidos para encontrarnos.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Fuente de energía

Frenas en seco. La vida te devuelve eso que parecía haberte arrebatado, con la crueldad que sólo conoce el que arranca de los brazos maternos al bebé recién nacido. Vuelve la inspiración, la curiosidad, las ganas de emprender el nuevo cíclico viaje en el que sueles sumergirte. Respiras con la profundidad que merece la situación, y suspiras, satisfecha de darte cuenta de que siempre es mejor soltarlo, dejar que fluya. Y cuando quieres que fluya, te bloqueas. Se te hielan los dedos y el corazón decide no bombear suficiente sangre. Se te encienden las mejillas, te arde el pecho y decides barajar la opción de volver a la cama.
¿Cuál es la fuente de inspiración? Las tres vueltas de llave de todas las noches, el hueco vacío de la cama contigua, el sonido de las manecillas del reloj de la cocina, la comodidad, la soledad. El todo y la nada.

Poco importa ya.