lunes, 31 de diciembre de 2012

Pies fríos, año de niñeo.

Un año da para mucho. Da para pasarlo mal, remontar, leer, bailar, escuchar música, disfrutarla, inventar historias y para pensar cosas distintas. Prácticamente 366 días. Necesitaba hacer balance del año. Los primeros meses y ese frío invernal, fuera de la normalidad melillense. Esa falta de carisma, aunque no era para nada lo que transmitía. Amores, o al menos eso creían ellos, pero no correspondidos por mi parte. Exigencias, seguramente. Para ellos y para mí, esfuerzo insuficiente. Mi verano, destacable, por supuesto, rodeado de música. Septiembre y la vuelta a la rutina, sus días de repuesto, de vuelta a medias en mí. Canciones, obras, estrés, alegría. Mi desaparición octubre-noviembre, sumida en ensayos, estudios adelantados, vigésimo quinto  aniversario con la asociación, el musical. El musical. Estoy segura de que el año me ha dado un vuelco a partir de entonces. Sin buscar el amor, ha llegado. Yo que tan segura estaba de que no iba a caer, caí, pero en el buen sentido. Conciertos de solista, de largo, de negro, y esa comodidad y manera de disfrutarlo. 15 de diciembre y Poulenc. Y un té, precedido de sorpresas y alianzas en las que mamá fue alguien clave. Y Carlos, por supuesto. Una parada de tiempo, disfrutando cada momento. Cada milésima de segundo, como tal vez nunca haya hecho antes. Abrazos, el último día del año. ¿Quién lo iba a decir? No voy a hacer paralelismo, esto es un primer capítulo. Comencemos este año, con salud y amor. Si es salud solo me conformo, pero sé que lo segundo viene de la mano.

Añadir que ha sido un año increíble, con la compañía de mis niños, todos geniales y ahí al principio y al final.


Enero.

Febrero.


Marzo. 


Abril.




Mayo.


Junio.


 Julio.

 Agosto.

 Septiembre.

 Octubre.


 Noviembre.

 Diciembre.








miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Qué ocurre, querida?

Hoy me veo feliz. Estoy feliz, de hecho. En general. Me deshago de cosas inútiles, me encargo de no dañarme, de no convertirme en Nuria Monfort. Volveré a leer algo de Zafón, mañana por ejemplo. No creí que hacer pedidos por intenet era tan sencillo. Una fría y solitaria ciudad puede convertirse en un buen escenario, Sherlock Holmes lo ha confirmado. Melilla modernista tampoco es mal sitio, aunque preferiría acurrucarme en Barcelona. "I don't give advise, but be wise and think twice before getting involved in a game". 
Digo cosas sin sentido, pero ¿apartar pensamientos de ti? No creas.


miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Y si lo busco?

Mi fuente de inspiración.
Algo así como La danza del hada en El Cascanueces, algo grande, locura, perdición y odio. Dueño del tiempo, injusto, El vals de las flores. Un susto, como La Danza Macabra. Una Rapsodia, un pensamiento fugaz. Una cara bonita, inocente, de cría.

lunes, 10 de diciembre de 2012

No pretendo llamar la atención. II mov.

Al fin y al cabo es lo que todas pretenden. Ser llamativas, despampanantes, inteligentes de cara a los demás y realmente cabezas huecas, unas piernas largas al igual que su pelo liso y kilométrico ( perfectamente cuidados) , un torso firme, al igual que su visage françois , tener un móvil de última generación, ser conocidas por ser las más naturales. 
¡Y UNA MIERDA! Hay sensaciones que te hacen sentir mejor. Hablo de la música por ejemplo. La música de verdad, que te eriza los pelos. Hablo de estar delante de un escenario, con amigos; hablo de disfrutar haciendo lo que te gusta. Y aunque en tu caso, querida, sea tirarte a todo movimiento afectado por la aceleración; no puedes comparar ni por una milésima de segundo la adrenalina soltada en cada uno de los pulsos cardíacos. Ese momento en el que te tiemblan las piernas y las manos, sabiendo que están todos mirándote. Puedo asegurarte que ese momento en el que se callan y te prestan atención, haciéndote sentir querida y única, es cuando puedes escuchar lo más importante del inicio de tu obra. Mentalmente el pulso. De pronto, silencio. Y de la nada, una nota.


viernes, 7 de diciembre de 2012

La fée.

Dijo que era su hada. Su hada. No comprendió entonces que al igual que las hadas no podían meterse en un frasco de cristal, yo no podía ser suya. Tampoco tuvo en cuenta que no quería serlo. 
Y cuando quería aclarar dudas, se dio cuenta de que debía irse. No era su camino. Esas alas cristalinas estaban fuera de su alcance. No quería excusas, nunca las había pedido, no tenía por qué darlas, no le debía nada; y ella no las quería.



jueves, 6 de diciembre de 2012

Ya lo tengo.

Escribo en un color verde, verde esperanza. Verde color primavera, aunque prefiera el color naranja, como los días que me gustan.
Será que he vuelto a encontrar una fuente de inspiración, tal vez mi comprensión por mi querido Francis Poulenc, el buen día que llevo o la noche que me espera. Una noche  "normal", de esas en las que te quedas en el sofá con una manta y viendo la televisión con tus padres y tu hermana, esas de las pocas que he tenido. No sé si es la imposibilidad de la visita que iba a hacer hoy, no sé si soy yo, no sé si me ha visitado esa luz, no sé si mis pelos y mi cara hoy están tan bien como me veo. Hoy me siento bien conmigo misma, y no sé si es por las sensaciones que tengo, desconocidas, o imposibles de recordar. ¿Inicios?
A estas alturas del año, con lo que he tenido, estoy segura y puedo decir que he pasado suficiente tiempo conmigo misma. ¿Ahora quién disfrutará de mí?
Rompe mi reloj o dame cuerda.

lunes, 3 de diciembre de 2012

A.C.

Jamás podré regresar
de aquel extenso viaje que hicimos en la sombra,
aquel viaje que suponía ir entrando a tu lado
en lo más profundo del bosque,
en lo más húmedo y estrellado del bosque,
allí donde la ternura de tu cuerpo
era el límite de lo sublime
y hasta los cementerios campesinos,
sembrados de luciérnagas,
proclamaban la magia y la santidad de conocerte.

Nunca olvidaré aquel tiempo
porque, desde entonces, caballos de música
cabalgan desbocados por mi sangre,
caballos de tu música nocturna
que furiosos pisotean, y pisotean,
cada instante que no vivo a tu lado.