viernes, 11 de julio de 2014

Yo, tú, los de siempre, nosotros.

Un día te despiertas de un sueño raro y te replanteas la vida, por enésima vez.
Te planteas por qué te disparan en los sueños, por qué todas tus heridas son en el lateral izquierdo de tu costado, por qué te desangras y cómo es posible que la hemorragia se corte y la herida cicatrice tan rápidamente. Tal vez porque tienes una gran fortaleza interna.
Piensas que esta última semana ha servido para crecer como persona, desilusionarte y volver a coger tus sueños con el doble de ganas. A partir de hoy, vas a por todas: los 'no sirvo para esto' y 'no puedo' ya no te valen. Vales. Puedes. Punto. No eres la mejor, pero puedes tratar de serlo. Mientras tanto, aprende de los mejores. Has metido cabeza, que es lo más difícil. Tu único obstáculo eres tú misma, así que eso no puede ser un impedimento. Tú puedes con todo.
Además, acabas de leer a la mejor escritora juvenil de pelo rizado del mundo y has acabado tu lectura con una sonrisa de oreja a oreja. Y es tu último día siendo menor de edad. Y Extremoduro de fondo. 

Tú tan tú, yo tan yo, nosotros tan... los de siempre. Los que no cambian, pero a la vez van cambiando. Todos sufrimos cambios, es inevitable. Sería demasiado aburrido estancarse y seguir siendo la misma de siempre. Por otro lado, sigues siéndolo. Es ambiguo, pero tú te entiendes. Ahora el viento corre a tu alrededor. Has perdido el eje, pero no es malo. El sol también sale y se esconde de algo.

¿Cómo te trata la vida?