viernes, 7 de diciembre de 2012

La fée.

Dijo que era su hada. Su hada. No comprendió entonces que al igual que las hadas no podían meterse en un frasco de cristal, yo no podía ser suya. Tampoco tuvo en cuenta que no quería serlo. 
Y cuando quería aclarar dudas, se dio cuenta de que debía irse. No era su camino. Esas alas cristalinas estaban fuera de su alcance. No quería excusas, nunca las había pedido, no tenía por qué darlas, no le debía nada; y ella no las quería.