jueves, 16 de octubre de 2014

Y las uñas en la cara.

Que la esquina del bar de nunca se convierta en la de siempre a partir de ahora. Nuestro rincón favorito de la ciudad que todavía no conocemos, ni juntos, ni separados. No volveremos a cerrar los bares. Y así, tampoco tendremos que cambiar de conversación ni huir cuando nos hablen del destino. Evitaremos los alquileres de los amores olvidados, y resucitaremos cada día al despertar.

Debo avisarte de que ni mato por celos ni rompo contratos. Pero puedo ofrecerte zumo de grifa por la mañana. Dime que tienes asignaturas pendientes en mi corazón. Conviértete en mi Epicuro, en mi Rey sin corona. Y dime que viniste como la canela, en rama, y que te has ido molido.

Hay muchas princesas que salen ranas. Tacones, falda, y braguitas de quita y pon sumados a un sinuoso escote y un importante rubio de bote. Pero siempre he pasado de los prototipos. ¿Para qué? Tenemos moteles, garitos, amores que matan, tabaco, razones. Jadeos, locura, deseo, el rock, la droga, el grito en el cielo. Tenemos más de cien motivos para no cortarnos las venas y más de cien pupilas en las que ver que nuestra vida merece la pena. Veneno, resaca, perfume, el morbo, los celos, la sangre. Caminos que nunca llevan a Roma.
Sobran las palabras cuando la mente se activa y los ojos hablan.