miércoles, 17 de abril de 2013

No hace mucho

Me plantearon la siguiente pregunta : 
"¿Creéis que existen los príncipes azules?".
Me cuestionaban un tema que ya había analizado diciendo que ya no hay chicos buenos, responsables; chicos cuidadosos. Trataban de convencernos y nos preguntaban si queríamos al príncipe azul tal vez perdido o si preferíamos a un puto chalado, un chaval con el que pasar la noche o un agresor. Nos preguntaban si lo queríamos. Con su frase estrella,"Hola nena, ¿quieres rollo?", estaría clara la opción que habría elegido en caso de que sobre la faz de la tierra solo hubiera gente de estas cualidades. Teniendo en cuenta esta hipótesis, una de dos: o yo acababa antes en el psiquiátrico, o nos hubiéramos entendido perfectamente; a mí también me habían llamado loca.
Planteaban el desarrollo de la humanidad como la evolución con hombres agresivos; el nacimiento de las lobas, y no en el sentido animal, sino en el licántropo: una linda chica que deja entrar en sus piernas a todo aquel que vea, como si de una caja registradora se tratase, siempre lista para dar el primer bocado.
Tras varios días de planteamiento, de autoencuesta en busca de ese príncipe azul existente o fantasma, llegué a la misma conclusión que había logrado obtener meses atrás. 
 Hay agresores por todo el mundo, y no solo se cierra al género masculino. No existen los príncipes azules. Nunca quise uno. Nunca he pedido un chaval que venga a mi ventana a cantarme canciones con una guitarra. No quiero un Superman. No creo en esos cuentos de los que han tratado de convencerme, tengo ideas sólidas. Con esto, me vengo a referir a que, por mucho que tuviera la opción de escoger algún príncipe, siempre escogería a una persona real. 
Yo sí creo en la existencia de otra especie.