sábado, 30 de noviembre de 2013

"¿Cuándo parar?"

Echemos la vista atrás, vayamos un año atrás en el tiempo. El último día de noviembre, teatro, santo, agobio, superación, deseos de encontrar. Volvemos al presente y la encontramos tan perdida como de costumbre, aunque sin una preocupación mayor que su gato. Mira hacia la izquierda y no hay nadie, pero a su derecha, en el respaldo del sillón encuentra a esa bola de pelo que sabe acompañarla, y que al fin y al cabo, la hace un poquito más feliz. Sí, podría decirse que es feliz, y que comienza a serlo, a ver una nueva futura etapa en su vida de la que se encuentra en el prólogo. Ahora mismo en su BSO podrían incluirse a los "Dire Straits". Ya tiene sus clarinetes, lo que le hacía falta. Tiene conciertos de solista, tiene Stravinsky y ganas de trabajar. Huele a principios de diciembre, a purpurina, a escaparates con decoración navideña iluminados por esas luces horteras pero de colores fríos, que la hacen sentirse en casa. Para ser sinceros, le gusta la humedad, tener las manos y la nariz frías, los paseos al aire libre y subirse a algún que otro saltamontes ruidoso. Le gusta la libertad, ser ella misma, la cerveza, bailar como el día anterior en un coche con sus amigos, los calcetines largos con tanga y el olor de los mantecados, aunque es incapaz de comerse más de dos en todo el invierno. Se siente ella misma, otra vez, y había estado ausente bastante tiempo, aunque no de la misma manera que en otras ocasiones. Hay épocas y lugares en los que no ser nadie es más honorable que serlo. Aunque siempre hay personas a las que no les caes en gracia, incluso no siendo nadie.