domingo, 24 de febrero de 2013

Cosmos, orden. Cosmética, camuflaje, apariencia.

Esta es la historia real de una bestia más fuerte que los lazos de sangre. 
Esta es mi historia y la de los únicos tres amigos que en mi vida me han importado de verdad. Soy la única persona que puede hablar por ellos.
Cualquier actriz podría hacer como si nada, pero yo cumplo mi sueño. Me pierden el humo y tu mirada. Mirándome al espejo y con ganas de escupirle. Me siento impulsada por las heridas y por los sueños, y siento que me frenan los defectos y los traumas. A veces no quiero gritar, quejarme; pienso que no hace falta, pero aún así me subo rota al escenario. Si me giro, si doy la vuelta para mirar atrás, lo hago con los ojos cerrados; porque porque no veo nostalgia, pero sé que lo que veo, o lo que vi, ahora está hecho pedazos, o fragmentado. Me he acostumbrado a guardar silencio. Sé que desaparecí, que tú no estabas todavía, que hay gente que todavía está en vilo. Las heridas y las ojeras son la muestra de que el alma siempre recuerda; pero el autoestima y la fuerza siempre son mayores. 
Sin embargo, ahora vivo un sueño mayor que la existencia; y escribo todo lo que aprendo, lo amargo, lo dulce: todo recuerdos. Espero que guardes el secreto, porque estoy segura de que vas a ser el único que lo lea. 
A veces siento que solo sé escribir soñando, que ni yo me entiendo (entonces es cuando me hago un esquema mental). Y sé que todo eso es por la prisa, por el insomnio, por tus ojos que me pierden en enormidad, por odiar, por amar, por el miedo, el tiempo, por mi turno; por ser fiel a cuatro y  discutir con el resto de la humanidad; por los de ayer, por las promesas, el origen, el destino, por la música, por mandar a la mierda el pasado; por la presión, por necesitar dormir aunque vaya a contrarreloj, por salir de aquí cuando lo necesito; por mi sueño, donde están tus ojos mirándome, esperando que lo consiga.
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