Por lo visto todo iba perfectamente:
nadie sabía nada, nadie preguntaba,
nadie.
Podía estar en el hospital ingresada
contando las gotas de suero que caían.
Nadie se enteraría.
Tarareando una triste balada o quizá
una sinfonía, como siempre "dolce".
Nadie comentaría, todo quedaría en familia.
Nadie iba a leer.
Nadie preguntaría la hora,
sumida en la nada más absoluta.