De pequeñas imaginaban su vida perfecta; un palacio de princesas todo rosa, junto a nuestro preciado príncipe azul , claro está, del mismo color del cielo. Imaginaban un carruaje que las llevase a la fiesta del castillo con caballos preciosos para que sus príncipes las viesen radiantes, para que se enamorasen de ellas a primera vista y que a las doce tuvieran que volver corriendo a casa a seguir viviendo; una hada madrina que cumpliese TODOS y cada uno de los deseos que tenían; un padre que les regalase los mejores vestidos del mundo; y unos hijos preciosos.
Pues bien, yo nunca pensé eso. Y con todo lo que soñabais el castillo se os ha convertido en casa, de la carroza y del hada mejor ni hablar, y sé que vuestro "príncipe" ha desteñido en la lavadora. Ahí lo dejo.